miércoles, 6 de enero de 2016

El Camino del Cid. La Conquista de Valencia

3 al 6 octubre 2015

  • Después de tener hasta los hoteles ya reservados en Galicia, y a Chove esperando con la caña, decidimos cambiar la ruta por la amenaza cierta de un vendaval de aire y lluvia.
Viramos al este, elegimos La Conquista de Valencia, 4ª etapa del Camino de Cid: Cella - Valencia viaje para cuatro días, total 240km.

Eugenio no vino pero Natalio vino si, sin segundas, en total 8 variopintos pasajeros y un timonel catalán a muncha honra: Ramón.


Cella. Divina su fuente, enorme el pozo, surge del suelo y riega toda la comarca bajo un estricto orden medieval.
Fantástica casa rural para empezar un viaje de colegas, 9 o 10 habitaciones con sus baños, horno de pan, gran mesa de reuniones y bonita restauración. Por allí mismo pasa la vía verde.

La vía verde de los Ojos Negros, es una tediosa vía donde a los cicloturistas se nos ponen los ojos negros de tanto apretar. A veces por cambiar de rutina, alguien se para en una finca a coger y comer y tirar caquis a los demás, que se los comen con gusto. Se utilizó para bajar hierro desde Ojos Negros hasta los altos hornos de Sagunto.
Mora de Rubielos donde pernoctamos la 1ª noche es primo de Rubielos de Mora que es un pueblo de señoritos, con lindos palacios y grandes casonas restauradas, pero no hay gente, están todos en Teruel.

Teruel es una pequeña ciudad que sin la plaza del torico, las cuatro torres mudéjares, las dos catedrales, el barrio antiguo y peatonal, las plazas mayores, el aeropuerto y el jamón, no vale nada, no existe. El arte mudéjar lo practicaban los árabes que quedaban en suelo cristiano y el mozárabe los cristianos que estaban en suelo árabe. Ni Dios en su sitio, nunca mejor dicho.





Montanejos. Lo más espectacular, de aúpa la bajada al pueblo, fuimos como cabras por riscos impracticables del alto Mijares. Después de una notable subida repleta de repechones aparecimos en lo alto el cerro, encaramados a unos farallones de piedra que por escarpados daban miedo hasta a los andantes. Alguno perjuró en arameo sin saber por dónde llevar la bici en esas estrechas sendas prácticamente colgadas sobre el precipicio, incluso se habló, con la condición de sobrevivir, de hacer algún escrito-denuncia a la organización responsable del trazado, (aunque ahora en la templanza nos alegramos de la experiencia)


Ya en el pueblo fuimos directos a ver su río termal. El paraje es un rincón costarricense en plena serranía castellonense , por su mucha verdura y por los 27º del agua del río durante todo el año. Como PacoE conocía el sitio nos guió río arriba por cuevas y chorreras, era media tarde casi anocheciendo, con las putas chinas de testigo ... en las chanclas.

El Gran Puerto de la ruta. Poli hizo bien en evitarlo y Pepe hizo bien en no dejarle solo, supieron escabullirse de la subida al alto Pino Rey, 520m de desnivel con alguna 'rampita' interesante.

Desde Montán el comienzo por carretera metía miedo en el cuerpo, cuando se terminó la carretera continuaba por una empinada pista entre pinares, al final se hizo y no fue para tanto. Continuamos el viaje por la Ojos Negros hasta Torres Torres, dónde un amable mecánico también ciclista nos permitió pernoctar en su garaje las bicis y el carro. En este tramo tiene razón Pepe que no pasamos por ningún pueblo y los había importantes (Jérica, Segorbe), … no estuvo a la Altura.


  • Luz de atardecer y neones, calma chicha y parejitas retozando por aquí y por allá en la Malvarrosa cuando nos bañamos. Llegamos andando desde el hotel, sin tranvía, el agua seguía a 27º y olía a paella.

Cena en Valencia. Paella. Para mi gusto bastante seca, de poco espesor, el experto dice que son así, sabor austero, plato humilde, ingredientes fijos, me sorprendió. Comimos de varios “tipos” y las opiniones estuvieron encontradas. Que si la de marisco, que la de verduras… Es igual, al ciclista con el arroz le pasa como al prota de la peli con el putón verbenero, se lo termina comiendo.

Hablando de comer, cada vez le encontramos más juego a las casas rurales, sobre todo si están bien acondicionadas con una buena cocina, como fue el caso en Cella. Cenamos sabrosas tortillas estilo de la casa, ensaladas y tapeos varios, gracias a Pakito y su ayudante Nata, siempre dispuestos al servicio/sacrificio. Yo de pinche, y Pepe de probador.




Petrés la alegría de la huerta. Para cumplir la tradición en la zona, paramos la última mañana en una cantina dónde servía y exhibía sus formas, con singular simpatía, una reconocida buena moza. Y ya almorzados, se oyó decir a alguien desde el fondo de su corazón, “vaya chocho rico”.
Aunque después he descubierto que este pueblo no estaba en el camino original….??????

En La Ciudad de las Artes. Final de la etapa y de la ruta. Teo se metió con la bici por uno de los estanques de agua azul que hay entre los esqueléticos edificios del parque y paseó como si nada, fue tan inesperado que nadie se apercibió, ni nosotros ni los jurados, no le tomamos película, ni imagen alguna. Teyñyyy estas cosas se avisan, para que PacoE pueda hacer unas tomas adecuadas, traveling incluido.

Cada día tenemos más contento a nuestro bipresi Adolfo porque afrontamos las enchentas de forma más moderada. En este viaje la vez que más cenamos (Pizzeria Montanejos Plaza de España 6, viendo el partido Madrid 1- Atleti 1) sólo cayeron cuatro botellas de vino y la ristra de platos en la nota solo alcanzó los 22 cm, que eso no lo tiene cualquiera.

“El Cid tomó Valencia el 15 de junio de 1094 después de un durísimo asedio. Gobernó como príncipe y aquí murió en el año 1099. Se cuenta que tras la conquista subió a la torre del alcázar para ver sus posesiones”

Saludos,
VIC


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